lunes, 8 de agosto de 2011

yoga y los sueños.


Naturaleza y realidad del mundo de los sueños
Estas enseñanzas aparecen como muy cercanas al yoga, pero están fundadas sobre las reflexiones y las investigaciones de todos los grandes sufíes. Construyeron su práctica de los sueños sobre la doctrina del mundo de las imágenes ('Alam al-mithal). Esta fue elaborada por Ibu Sina (+1037) o Avicenas, quien creía que si el alma humana es lo suficientemente fuerte y logra desprenderse de los sentidos, podrá, en sueños, entrar en contacto con lo invisible y crear imágenes. Al Ghazali (+1111) explica la posibilidad de los paraísos y de los infiernos de acuerdo a la naturaleza de la pesadilla en que, mediante la imaginación activa, el alma crea sus torturas imaginarias pero reales. El gran sufí Al Suhrawardi (1155-1191), el Arcángel Púrpura, pudo precisar, mediante sus experiencias, la naturaleza de este “mundo de las imágenes suspendidas” o formas puras. Las almas purificadas por la espiritualidad se transforman en luces y pueden comprender y participar en el funcionamiento del mundo. Las otras van al mundo de las imágenes suspendidas donde serán retribuidas por la propia imaginación de acuerdo a la vida que llevaron. Es el mundo de los ángeles, de los demonios y de la resurrección de los cuerpos. Desempeña el papel de inconsciente del alma del mundo.
Ibn al Arabi (1165-1240) precisa a su vez la naturaleza de los sueños. El impulso imaginativo (hamm) es un pensamiento creador; lo que puede crear en el mundo de “las imágenes suspendidas”, puede crearlo también en el mundo sensible para una persona de espiritualidad avanzada. Mediante el éxtasis, esta persona podrá visitar los mundos de las imágenes y hacer sensibles sus imágenes en nuestro mundo (de ahí la ubicuidad, etc.).
Fue Mulla Sadra (+1640) quien le dio su status ontológico. Toda cosa tiene una forma racional, una forma imaginaria y una forma sensible. Existen, por lo tanto, tres mundos: el del intelecto puro (o Cielo de las Ideas de Platón), el de las imágenes suspendidas, que las vuelve sensibles, y el mundo físico, que las transforma en concretas, copiándolas. Al igual que en la teoría de Platón, lo más real es el arquetipo causal de las cosas, su esencia; por ejemplo, sólo mi idea del triángulo es real y exacta, todas sus representaciones sensibles, sus dibujos, son inexactos. Luego viene el mundo de las imágenes suspendidas, el de los sueños, que es el intermediario, y por último su representación en lo material.
En las palabras de Sohrawardi: “Cuando leas en los tratados de los antiguos sabios que existe un mundo desprovisto de dimensiones y de extensión, distinto de este mundo sensible y distinto del pleroma de las Inteligencias, un mundo de innumerables ciudades… no te apresures a declarar que se trata de una mentira; porque sucede que los Peregrinos del Espíritu llegarán a poder contemplar este mundo y encontrarán ahí todo lo que buscan”.
Efectivamente, el mundo de los sueños se vincula para los sufíes al mundo de las visiones de los místicos, al mundue imaginalis al que se llega mediante el éxtasis (ryta'ha). Son las visiones producto de los sueños de los grandes santos del Islam sunnita o chiíta, los Amigos de Dios (Walayat), como nos los han dado a conocer Massignon o Corbin: el guía espiritual, el espejo de Dios, el Sol del Corazón, el Agua de Luz Negra, el Maestro Invisible, el Imán Escondido, etc. Este mundo es el de los arquetipos, en el sentido de Jung, que puebla el inconsciente colectivo del Islam; es así como Massignon distingue en al Hallaj, el sufí crucificado, cinco “temas arquetípicos”.



III.- EL YOGA
1.- La mística comparada
El asunto de los arquetipos culturales de un grupo humano, de una cultura, de un pueblo, de una tradición, constituye un elemento fundamental en el dominio de los sueños. La vía de los sueños es diferente según el contexto cultural en el que se vive. Será necesario reflexionar cuidadosamente acerca de la utilización de esta vía. Podemos considerar tres tipos de aciertos.
Existe la vía occidental, ilustrada por Hervey de Saint Denys y por Van Eeden. Una vez logrado el control de los sueños no saben cómo utilizar este conocimiento. En un contexto cultural laico y cientificista, no logran acceder a ninguna imagen arquetípica, y no obtienen consuelo alguno de su práctica. Utilizan los sueños sólo para plantearse problemas psicológicos en los que terminan por enredarse. El “mundo real pero falseado de los sueños” no les sirvió más que para tenderse una trampa.
La segunda vía es la condición de brujo a la que Don Juan Matus conduce a Castaneda. Es una vía impresionante por su nivel de realización y de poderío. Es la vía de todos los brujos europeos, desde el medioevo hasta nuestros días. No conduce sino a la desesperación. “Serás brujo, pero no te servirá de nada. Tendrás que abandonarlo todo. Suprema agonía, soledad indescriptible. Ninguna criatura habrá de parecerte real. Genaro tomó riesgos incalculables para llegar hasta ti. Aunque el brujo se cuida de no entregarse a sus inclinaciones, no puede evitar el sufrimiento ni el dolor. Al penetrar en lo desconocido, al brujo lo embarga la tristeza porque es un mundo que carece de sentido” (creeríamos estar leyendo a Sartre). El nagual es caótico y malvado. Ninguna persona de mérito le dirige la palabra. Habrá que desconfiar incluso de sus aliados. Para adquirir poderío sobre el mundo terrenal, uno se ve enfrentado a fuerzas del más allá aún más peligrosas. Y la verdad es que Castaneda tuvo suerte al toparse con Don Juan, quien escogió un camino sembrado de buenos sentimientos (su propio benefactor era un brujo poderoso pero malvado). Es así como también a su tristeza frente a la muerte se contrapone su ardiente amor por la Tierra.
¡Qué contraste con los arquetipos de los sufíes! La lucha con el demonio queda relegada para dar paso al inmenso océano del amor divino. Es un mundo de luz y de esplendor. La vía de los sueños no conduce a la soledad sino a un estrecho contacto con los guías espirituales y los protectores invisibles. Encontramos también en los sufíes una faceta bastante cristiana de la expiación. No se trata en absoluto del ascetismo indispensable (tapas), sino de arquetipos masoquistas: el místico debe pagar su felicidad interior por medio de sufrimiento externos, es la vía de la culpa (malamat) o vía del desprecio, ligada a la aniquilación (fana), la kenose y la búsqueda masoquista de situaciones de persecución.
De este modo, mi instinto me llevó a elegir la vía de los sueños utilizada por el yoga para evitar los arquetipos sadomasoquistas de nuestra cultura occidental. La prefería a la vía del Zen ya que los relatos de vida de todos estos monjes japoneses que accedieron al satori muestran que la elección de este camino no los llevó al amor ni los convirtió en seres bienhechores.
2.- La psicología del yoga y su confirmación científica
A.- Los tres estados de conciencia
El yoga distingue varios estados de conciencia en los que vive la humanidad. En primer lugar está el estado de vigilia (jagarhita) que corresponde a la vida cotidiana. Luego viene el estado de sueño (svapna) donde podemos reconoce el término griego suepnos, la visión, próxima a upnos, el sueño (dormir). Este estado de sueño profundo en que no hay producción onírica recibe el nombre de sushupti.
Más allá de estos tres estados clásicos, que experimentan todas las personas, los yogis reconocen un cuarto estado de conciencia conocido sólo por las personas que meditan y que han logrado el despertar a través del éxtasis y del que sólo podrá decirse que constituye un cuarto estado (turya). Y cuando éste se establece en forma habitual, se accede al quinto estado que corresponde a la frecuentación del cuarto (turyatita).
Estos tres estados de conciencia corresponden a los tres dioses del hinduismo: tenemos la experiencia de Brahma, en el estado de vigilia, de Vishnu durante la visión de ensoñación y de Shiva en el vacío del sueño profundo. Este antiguo descubrimiento de los tres estados de conciencia constituye una de las enseñanzas de Yajnavalka en el Brhad Aranyaka Upanishad. Se encuentra expuesto en detalle en la Mandrukya Upanishad que está enteramente consagrada a este tema. Según ella, la realidad está compuesta de cuatro cuartos.
El primer cuarto corresponde al estado de vigilia, en que se conoce el mundo exterior, se disfruta del universo material: es el fuego común a todos los seres (vaishvanara) representado por la letra A, símbolo de primacía y de éxito.
El segundo corresponde al estado de sueño ligero en que se sueña y se conoce el mundo interior, se disfruta del elemento sutil; es el que proviene de la luz (taijasa), representada por la letra U, símbolo de elevación y de equilibrio.
El tercero corresponde al estado de sueño profundo en el que no hay producción onírica y en el que se goza de beatitud; es aquel que proviene del conocimiento (jnana) representado por la letra M, símbolo de mesura y de absorción.
En cuanto al cuarto (turya), no atañe al conocimiento de lo externo ni de lo interno, ni es conocimiento de sí mismo, ni inconciencia: invisible, inaccesible, indefinible, impensable, innombrable, la única prueba de su existencia se encuentra en la persona misma, aboliendo toda diversidad, trayendo la paz...
La mente deberá atravesar estos tres planos de realidad, sin detenerse, para acceder finalmente al cuarto. Habiendo logrado primero que la conciencia acceda al mundo de los sueños, la persona comprende la ilusión de la víspera. Luego, queda por descubrir la ilusión de los sueños conservando la conciencia durante el dormir. Finalmente, el descubrimiento de la ilusión de toda conciencia (de algo) permite que toda dualidad se disuelva en el estado de no-dualidad.
Como hemos visto, la psicología del dormir y de los sueños confirma esta división tripartita. Efectivamente, existen tres estados mentales diferentes. El sueño no es parte del dormir. Hay dos formas de despertar: una en función de las actividades ordinarias del día, otra en función del sueño. Durante el sueño, se despliega otra vida, y son pocas las personas que logran recobrar la conciencia de esta otra vida durante los períodos de vigilia. Llevan entonces dos vidas paralelas, entre las que no existe comunicación alguna. El método que proponemos permite la reunificación de estas dos vidas.
b.- Los movimientos oculares
Para acceder al estado de meditación en que la mente se estabiliza y en que cesa el flujo de la marea del inconsciente llamado ensoñación, el yoga sugiere que la persona inmovilice el cuerpo en una postura estable y agradable, que controle su respiración y finalmente, para aquellas mentes débiles o confusas, propone el Bhrumadya, o convergencia ocular alta (rotar los ojos hacia el tercer ojo que se encuentra entre las cejas (Hatha-Yoga Pradipika IV. 39) Este extraño consejo de ponerse bizco ha sido causa de innumerables burlas por parte de personas que no comprenden de lo que se trata y que acostumbran burlarse de todo aquello que no comprenden. La práctica mesurada de esta técnica prueba su eficacia.
La ciencia contemporánea corrobora la importancia de esta técnica al revelarnos el vínculo existente entre la actividad mental y los movimientos oculares. Las investigaciones científicas en estética experimental han demostrado que cuando creemos fijar la mirada para contemplar un objeto, un cuadro por ejemplo, nuestros ojos en realidad no dejan de moverse. Una cámara ultrarápida puede filmar estos movimientos oculares y los estudios estadísticos muestran el complejo circuito que siguen los ojos humanos que aparentemente contemplan un objeto sin moverse.
Inversamente, los estudios sobre el dormir han demostrado que la producción onírica está vinculada a los movimientos oculares que se dan bajo la forma de pequeños saltos binocularmente sincrónicos. Cuando al despertar al mundo de los sueños la mente comienza nuevamente a funcionar, los ojos comienzan a moverse bajo los párpados cerrados. El hecho de hacer converger ligeramente los ojos permite mantenerlos fijos y así estabilizar la actividad mental, como lo descubrieron los experimentadores del yoga hace ya varios milenios.
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3.- Yoga-nidra
Yoga-nidra es el yoga del dormir despierto. No habrá que confundirlo con el soñar; Patanjali establece una clara diferenciación entre svapna y nidra (Yoga-Sutra 1,38). Se trata de un estado de conciencia original en el que nos encontramos nuevamente con el nivel del sueño despierto dirigido. Los textos de la religión hindú destacan su tremenda importancia. El estado de dormir del yoga es un estado de sueño consciente que corresponde a aquel del propio dios.
Al comienzo, está lo no-manifestado (parasamid) y cuando se manifiesta, lo hace bajo la forma de una conciencia-energía de considerable poderío, luego su condensación da origen a la materia, al universo material que conocemos. Nuevamente, será reabsorbido en la pura conciencia.
Cada manifestación del universo a partir del poder infinito corresponde a lo que los occidentales denominan “creación divina”. Los períodos intermediarios en que el universo no aparece manifiesto, son los períodos durante los cuales el poder infinito duerme el sueño del yoga-nidra. Si queremos traducir estas realidades en términos religiosos como actos divinos, se podrá decir junto con la Devi-Mahatreya I, 67: entre los períodos en que se manifiesta el universo, el gran dios Vishnu duerme y su espíritu divino flota sobre las aguas. Las imágenes divinas habituales lo muestran acostado sobre la gran serpiente Shesha (Vestigio) o Ananta (Sin-Fin) hija de Kashiapa (Visión), de pesados párpados. “EI universo entero se transforma entonces en un inmenso océano. Después de haber devorado a todos los seres, el dios soberano duerme sobre los anillos de serpiente” (Vishnu Purana, I, 2, 64). Sólo queda un espíritu en yoga-nidra que flota sobre la vasta extensión de las aguas; bajo este aspecto Vishnu recibe el nombre de Narayana (el que descansa sobre las aguas). Cuando el universo ha sido reabsorbido por éste, no deja de existir totalmente. Este vestigio de los universos destruidos da su nombre también a la serpiente sin fin, Sesha, el Vestigio.
Para que el universo pueda cobrar forma nuevamente, es preciso que subsista bajo la forma de un sueño el germen de todo lo que ha sido y será, sobre el océano sin límite de las causas. Vishnu identificado con el estado de sueño, es aquel que conserva y asegura la permanencia. Contiene todos los mundos posibles en tanto modelos o arquetipos. Inventa el nuevo mundo soñándolo, en una creación mental. Todo el universo, no materializado en energía, se encuentra presente y actuante en su sueño yóguico. Para darle forma, es necesario que su shakti (su energía, bajo la forma de su aspecto femenino), “Potencia de Multiplicación”, salga por su ojo derecho. Entonces se levanta de su sueño y nace el mundo. Será Brahma quien materialice estos modelos producto del sueño en un esfuerzo “creador” o más exactamente semiúrgico. Y Shiva, el Tiempo o Señor del Sueño, es el nombre religioso de la fuerza que lo adormece y que asegura la reabsorción en el poder infinito.
Yoga-nidra es el dormir consciente. Para lograr este estado son necesarias dos técnicas: durante el día tratar de adormecer la conciencia, durante la noche tratar de hacer consciente el dormir. Por lo general, uno aprende primero a dominar la primera técnica que es la más fácil.
Esta vía del yoga-nidra no se enseña en forma apropiada en Occidente. No se alcanza una verdadera ni profunda relajación ya que no hay control alguno sobre la relajación muscular. Los samkalpas (resoluciones) se hacen con la fuerza del ego, con un ansioso deseo de éxito sin ningún karmayoga (desprendimiento). La rotación de conciencia es puramente intelectual y atrae de este modo a los hipocondríacos; no alcanza el plano de la imagen y menos aún el de la sensación. Sin embargo, esta técnica es la que más le aporta a la persona, por la reintegración del esquema corporal, y el descubrimiento de sus alteraciones, las dismorfofobias. Las evocaciones de imágenes demasiado rápidas son puramente intelectuales y no permiten una verdadera producción de imágenes. En el mejor de los casos, lo que se logra es una relajación de grupo acompañada de algunas técnicas de Vittoz, dispensada a alumnos somnolientos envueltos en frazadas.
Swami Satayanda Parahamsa busca restablecer la enseñanza tradicional de esta técnica. En primer lugar la instala en el corpus del yoga tántrico (Tantra Shastra) justo antes de nyasa (la consagración corporal o encarnación). De hecho, pertenece al Laya-yoga (el yoga de la reabsorción) y se sitúa después de Bhuta-cuddhi, la purificación de los elementos. Luego enriquece esta técnica incorporando otras técnicas paralelas, que efectivamente son inseparables: la respiración consciente (vidya-pranayama), el silencio interior (antar mouna), el descubrimiento del espacio interior (chidakasha dharana), las invocaciones divinas (japa y mantra yoga), la escucha de los sonidos interiores (nada-anusandhana). La temperatura del recinto, sin corrientes de aire, debe ser tal que no se sienta calor ni frío, y las vestimentas serán “as few as posible” (yoga nidra p. 17), tan reducidas como sea posible. El yoga naturista prescinde totalmente de la ropa. Y para aquellos a quienes esta situación incomoda, bastará con un cubre-sexo.
El principal efecto que tienen los cursos occidentales de yoga-nidra es que los alumnos se vuelven muy sensibles al frío y desarrollan un condicionamiento que los lleva a cubrirse y a envolver el cuerpo con frazadas. Personalmente, para evitar la somnolencia, sólo hacemos practicar el yoga-nidra estando la persona sentada en posición de meditación.
Satyananda precisa que el yoga-nidra nos conduce al plano del “self-induced dreaming” (op. cit., p. 24). Se trata justamente del plano del sueño despierto dirigido en que se tiene la certeza de que el sujeto no duerme ya que relata sus sueños en voz alta. La diferencia consiste en que durante el sueño despierto y el sueño nocturno remontan las imágenes del inconsciente, en tanto que durante el yoga-nidra, los “sueños” deberían surgir siguiendo las instrucciones del maestro de yoga, “During yoga-nidra we create a “dream” according to the guide's instructions”.
De hecho, no es esto lo que ocurre y el propio Satyananda reconoce en la página 35 que las imágenes sugeridas son símbolos muy poderosos y que, por lo tanto habrá que evitar proponer las fobias más habituales: caída, ahogo, fuego, objetos suspendidos sobre la cabeza, etc.
Aquí nos topamos nuevamente con el despertar de las imágenes aterradoras o angustiosas que han sido reprimidas, situación muy conocida en el sueño vigil dirigido (ver pág. 94 y sgtes). Estas imágenes resultan insoportables para algunas personas quienes luego desarrollan depresiones nerviosas, alucinaciones o temas delirantes. Este trabajo, por lo tanto, deberá guiarse en forma terapéutica.
Además, el instructor deberá ser un maestro del yoga que ha purificado su inconsciente (mediante la victoria sobre los kleshas, secando la fuente de los samskaras y remontando hasta sus vasanas); es así como se conoce a sí mismo y aprende el dominio de sí mismo a través de un análisis permanente que sigue a su propio psicoanálisis. En caso contrario, sin saberlo ni desearlo, contagiará a sus alumnos con sus propios fantasmas más poderosos. En efecto, el yoga-nidra mal practicado tiene poderosos efectos hipnóticos. Es así como se propagan con tanta facilidad los fantasmas de homosexualidad y de lesbianismo.
Más adelante, Satyananda presenta en dos fases todo el mecanismo de control de los sueños contenido en el yoga-nidra. “Las imágenes del inconsciente cargadas de emoción deberán ver la luz del día antes de poder acceder a los niveles más profundos de meditación”. Cuando comienzan a surgir, estas imágenes pueden revestir formas turbadoras y horrorosas, tales como demonios, dragones, fantasmas, serpientes, diablos, etc., pero gradualmente su aspecto se va transformando y uno comenzará a ver magníficos jardines, lagos serenos, vastos paisajes, santos y a sí mismo en paz, diferentes imágenes del propio yo más elevado” (pág. 13).
Es todo el programa de una terapia a través del sueño vigil dirigido o de un análisis jungiano, pero esto requiere una dedicación de por lo menos tres a cinco años. Y para la técnica del yoga-nidra, el criterio será el apaciguamiento y la purificación de los sueños nocturnos, porque el yogui es el amo de sus sueños.
El yoga-nidra es la vía que conduce al dominio de los sueños, a condición que se lo practique completamente y con seriedad. Porque no habrá que olvidar la segunda parte del trabajo para obtener el sueño consciente: el entrenamiento nocturno. El verdadero yoga-nidra no consiste en un entrenamiento para dormitar durante una seudorrelajación; por el contrario, se trata de obtener el “sueño despierto” mediante el establecimiento de sueños lúcidos y de una experiencia del sí mismo durante el dormir sin producción de sueños.
Pandit Gopi Krishna nos proporciona un ejemplo de la utilización de la vía de los sueños en el marco del hinduismo. Después de haber practicado la meditación en forma continua durante 17 años obtuvo el despertar de la Kundalini, (la serpiente de fuego de la columna vertebral) durante un samadhi o éxtasis. Tres meses después obtuvo una modificación de su conciencia de sueño “Desde ese día, me fueron habituales los sueños extraordinariamente intensos y precisos. Cada noche durante el sueño era transportado a un país de hadas, vestido de luz flotaba de lugar en lugar, con la ligereza de una pluma. Experimentaba en general un sentimiento de seguridad y de alegría que nada poco armónico o molesto podía turbar, y todo estaba revestido de una atmósfera de paz y de felicidad, que daba a mis sueños un carácter tan único y atractivo, que por nada del mundo hubiera perdido mis horas de sueño”. Pero nada hay de extraordinario en esta proeza ya que Krishna le debía la vida a un sueño de potencia. Poco después de su nacimiento, estuvo a punto de morir ya que una garganta inflamada le impedía tragar. Desesperada, su madre solicitó mentalmente la ayuda de un yogui afamado. Este se le apareció en sueños durante la noche, e introdujo un dedo en la boca del niño hasta tocar la garganta, y luego le indicó mediante señas que lo alimentara. Despertó sobresaltada, lo puso al seno y comprobó aliviada que el niño era capaz de tragar nuevamente. Hizo el voto de realizar un peregrinaje para agradecer al yogui pero no pudo cumplir su promesa sino hasta varios años más tarde. En el momento de esta visita el yogui “inquirió en forma casual si yo había podido mamar y tragar después de la visita que éste le hiciera en sueños. Muda de estupor, mi madre se prosternó a sus pies, solicitando humildemente su bendición”. Y, favor insigne, el yogui la toma entre sus brazos y acaricia sus cabellos. Esta comunicación de energía guarda estrecha relación con la obtención del despertar, mediante el yoga. Y vemos que los poderes obtenidos por el yogui, cuyo nombre no aparece revelado, son similares a aquéllos descritos por Don Juan Matus, siendo además utilizados en la India en forma benéfica.
La realidad de esta vía se encuentra en la obtención del despertar (buddhi) y para lograrlo la vía de los sueños constituye uno de los caminos más eficaces. Pero deberán seguirse los tres estados de conciencia.
-En primer lugar, durante el estado de vigilia hacer consciente todas aquellas funciones posibles: respiración, tono muscular, ritmo del corazón, termorregulación, rastros perdidos de traumatismos en esta vida y las otras (samskara y vasanas), nadis y energías etc.
-Luego, introducir la propia conciencia en los sueños y obtener sueños lúcidos. Todo este libro se resume en esta única fase; se sitúa ahí en el yoga.
Pero el yoga nos entrega también sus secretos para acceder a este plano. Son presentados en forma abrupta e infinitamente elíptica en los Yoga-Sutras de Patanjali: “Hridaye chitta-samvid” (III, 35) “ejecutando Samyama sobre el corazón, se accede al estado de conciencia de la mentes”. La explicación se encuentra en el Vijnabharaiva tantra, valiosa colección de técnicas y de meditaciones. Bhairava el Terrible, es la forma tremenda que adopta Shiva, destruyendo al anciano o lo demasiado humano que habita dentro de nosotros. Esta destrucción, cuya representación es el collar de cabezas cortadas, es difícil de obrar; sin embargo, provocará el éxtasis. “Cuando el sueño todavía no ha llegado y que sin embargo el mundo exterior ha desaparecido, entonces se alza la esencia de la Felicidad suprema” (pág. 74). Se presenta también el programa que permite descubrir la acción divina en el triple estado: “Cuando se conoce plenamente la forma de Bhairava durante la vigilia, causa de la dualidad, en la visión exteriorizante del sueño y en las tinieblas del sueño, entonces lo invade a uno el esplendor infinito de la conciencias” (pág. 86). Para obtener el estado de los sueños lúcidos, el yoga propone utilizar el cuerpo y particularmente la respiración, que es la intermediaria entre el espíritu y la materia. Esta fuerza del aliento o prana, es la que va a establecer el vínculo entre los centros de energía, que son la caverna del corazón que desborda de amor y la parte superior de la cabeza por donde se establece el vínculo con las Fuerzas superiores. “Si uno se concentra en la energía del aliento en su débil vaivén, medita y envía la energía del prana a la parte superior de la cabeza y en el momento de dormirse penetra en el propio corazón, entonces logrará el dominio de los sueños”. (55)
-Finalmente, introducir la conciencia en el dormir sin sueños, entonces se accede al cuarto estado (turya). Las técnicas del yoga tibetano nos enseñarán cómo lograrlo.

4.- El yoga tibetano
Los lamas tibetanos han revelado un cierto número de técnicas para lograr el dominio de los sueños. Estas habían sido mantenidas en secreto debido a su gran poder, y por lo tanto, sólo deberán ser utilizadas en el momento oportuno bajo la conducción de un instructor calificado.
Una de estas técnicas aparece en el libro Tamrin de Tsongnapa (1357-1419), el reformador del lamaísmo quien fundó la orden de los Geluspas “Los virtuosos” o gorros amarillos, cuyo jefe es el Dalai lama (Océano de Sabiduría).
Después de instaurar la verdad y la meditación en la vida vigil, no habrá que desperdiciar el tiempo durante la noche transformándose durante el sueño en un ser inerte como una piedra. Tampoco habrá que caer en los sueños nefastos (masoquistas o eróticos) ya que entonces “se teje el mal”. Uno se perjudica al destruir durante la noche todo lo que ha construido pacientemente durante el día mediante la práctica de la moral y de la meditación (como una Penélope involuntaria).
Para evitar aquello, habrá que observar primero los propios sueños cuidadosa y escrupulosamente, luego habrá que conocer las disposiciones escondidas (por lo tanto, el equivalente a un psicoanálisis).
Después, habrá que convertirse en naldjorpa, maestro del dormir y del sueño. Para lograrlo, hay que acostarse en simshana, la postura del león, extendido sobre el costado derecho, con la mejilla derecha apoyada sobre la palma de la mano derecha. Habrá entonces que practicar diferentes técnicas de visualización, de contemplación o de meditación según el linaje de los instructores.
He aquí la descripción de la “contemplación del Sol nocturno”. Al dormirse, la persona visualiza el transcurso del sol diurno del horizonte hasta el cenit, lo que despierta en su interior el sol de medianoche y se duerme antes que surja cualquier otra imagen. En la mañana, al despertar, hace descender la imagen del sol desde el cenit hasta el horizonte de su corazón, lugar donde permanecerá durante toda su vida vigil. Luego sigue “el despertar de la Clara Luz” (od gsal). Coloca su mente dentro de su corazón y visualiza un loto (de 4 ó 5 pétalos, según la tradición) con los colores consagrados y la luz que viaja sin cesar del centro a los pétalos y de los pétalos al centro. Cuando flaquea su atención y aparece el sueño, detiene las dos procesiones luminosas y cierra los pétalos del loto uno a uno. Cuando la flor está cerrada y de ésta brota un rayo de luz, piensa en este momento: “todo está vacío” y pierde conciencia del mundo y de sí mismo. Si despierta durante la noche, tendrá la visión de la luz, sin que ésta adopte ninguna otra forma. Cuando se ha logrado hacer penetrar la luz en el corazón “desaparece la oscuridad, ya no habrá día ni noche”. La Clara Luz ha despertado para siempre, uno vive de acuerdo al plan y la luz habrá de servirle de guía.
Existen muchos otros métodos y su efecto general es triple. En primer lugar, el discípulo sólo tiene sueños purificados (se ha despojado a sí mismo y ha despojado a sus sueños del odio, del sexo y del egoísmo). Luego, pierde la ilusión del sueño y accede al plano de los sueños lúcidos. Finalmente, en el tercer plano, no sueña sino aquello que desea soñar y en el momento que lo desea. Ha renovado el contacto con las Fuentes que le sirven de inspiración.
Queda entonces por introducir la conciencia en el sueño profundo sin producción onírica. Para ello, habrá que renunciar al sueño pesado y embrutecedor al que estamos acostumbrados. La pureza del modo de vida y de la alimentación (sin alcohol) contribuirán a ello.
Con la práctica constante de la meditación, el sueño se hace “ligero como el de los animales salvajes”. Entonces todo es posible. Esto se logra a menudo después del retiro de tres años, tres meses y tres días, encerrado en una celda tan estrecha que no permite estar de pie ni acostado. El pensamiento adquiere entonces una nueva forma de funcionar, que se hace consciente por medio de la concentración que representa para nuestro flujo mental habitual lo que el rayo láser es para la luz ordinaria e incoherente.
De este modo, por medio de la concentración rnigs-pa, se produce la objetivación de estas imágenes, lo que sumerge a la persona en un nuevo mundo imaginario. Entonces se podrán crear (o exteriorizar, hacer manifiestos) los tutpas (creaciones mentales sprul-pa) o exteriorización visible de un pensamiento (creando una alucinación colectiva).
Accedemos aquí al plano divino que constituyó nuestro punto de partida. Lo que de este modo puede lograr el asceta, equivale a cómo fue creado el mundo. Es el tulpa de la potencia infinita. “Al final de los Tiempos todos los seres serán reabsorbidos en mi poder creador. En el comienzo de los nuevos tiempos, los expulso nuevamente” (Bhagavad-Gita).
El libro tibetano del yoga de las seis doctrinas (Chosdrug) de la escuela Kargyupa de los Gorros Rojos, dedica enteramente su tercera sección al dominio de los sueños.
La primera es la del gtum-rno, o dominio de la termorregulación, el despertar del calor psíquico, secreto o vital, “el suave abrigo de los ángeles” que permite soportar los duros inviernos del Tíbet en las celdas o grutas consagradas a la meditación.
La segunda es la materialización del cuerpo ilusorio (Maya-kaya o sgyu-lus) pero no bajo la forma de materia impura sino en proyección mental (tulpa) como una imagen de sueño.
La cuarta es la visión de la Clara Luz (hod-gral) sobre el sendero y del resultado que trae la experiencia de la realidad omnipresente.
La quinta es el estudio del estado intermediario (Bardo) mediante la exploración mental de la condición de los fallecidos que se encuentran entre la muerte y el renacimiento.
La sexta y última es la transferencia de conciencia (Sho-wa) “como un pájaro que emprende el vuelo por una ventana abierta”, el principio de conciencia pasa a otro cuerpo sin perder su continuidad de conciencia, lo que significa vencer a la muerte.
La doctrina del estado de sueño (Rmi-Pam) permite lograr el dominio de los propios sueños, pero permite también comprender su grado de realidad (la vida de la vigilia no es más real, ya que mediante el poder de las visiones se puede acceder al verdadero mundo de la realidad por el cual todo es posible en el mundo de la vigilia).
La cabal comprensión de la naturaleza del estado de sueño se logra mediante el poder de la resolución que a través de la concentración sobre el gurú permite mantener la continuidad de la propia conciencia del estado de vigilia en estado de sueño (obtención duradera del estado de sueño lúcido). Esto se logra mediante manipulaciones fisiológicas: acostándose sobre el costado derecho en la postura del león, con la mano derecha se presionan las pulsaciones de las arterias carótidas de la garganta mientras que con la mano izquierda se practica la respiración alternada (nadisodhana) mientras se deja acumular la saliva en la garganta. A esto habrá que añadir las visualizaciones: sobre vishuda, el chakra de la garganta, se visualiza a Vajra Yogini rojo, o sobre Ajna, el tercer ojo, aparece un punto luminoso de un color que corresponda al temperamento, o, si hiciera falta, sobre Swadisthana, el chakra del sexo, se visualiza un punto negro.
Para evitar despertar en el momento en que uno adquiere conciencia de que está soñando, será necesario dedicarse durante el día a una labor extenuante, lo que llevará a un sueño profundo.
Si un sueño se repite constantemente en forma obsesiva, habrá que meditar acerca de éste reteniendo al mismo tiempo la respiración y concentrándose en Ajna. Si por la mañana no se logran recordar los sueños, habrá que evitar las impurezas de los lugares nefastos, se recibirá una iniciación (rig-pahi-rtsal-dvang) y la persona deberá concentrarse en Swadisthana, junto con retener la respiración, después de una ofrenda de alimentos a los Espíritus.
Luego viene la transmutación del contenido de los sueños, lo que se logra enfrentando los peligros en sueños y transformándolos en elementos benéficos. Por ejemplo, si un incendio amenaza a una persona, pensará “el fuego no representa peligro alguno” y la persona decide caminar sobre el fuego en forma voluntaria. Luego, al concentrarse en un punto rojo en Vishuda, se podrá visitar en sueños el reino celeste.
Entonces es posible, en un tercer momento, llegar a comprender que los sueños, con su irrealidad y su poder, no representan más que una ilusión (maya). Habiendo logrado el poder sobre las imágenes de los sueños, se deberá poder transmutar fácilmente los elementos (transformando por ejemplo, el fuego en agua) o las dimensiones (agrandando y empequeñeciendo todas las imágenes a voluntad) o de pluralidad (transformando en múltiple aquello que es único y a la inversa). Entonces podrá uno comprender la verdadera naturaleza de “su cuerpo de sueños” y de todas las visiones de ensoñación, sobre todo las visiones de divinidades.
Por último, habrá que meditar acerca de “aquello” que constituye el estado del soñar. Aquello, es la Verdadera identidad, que purifica todas las tendencias del sueño. Al concentrarse en las visiones beatíficas de las divinidades y conservando libre el espíritu, entonces la Clara Luz cuya esencia es el Vacío comienza a brillar. Es decir, que uno llega a comprender verdaderamente que las percepciones del día y las visiones de los sueños no son más que la misma realidad numenal que sostiene la maya, la clara luz de la Realidad Esencial. Volvemos a encontrar todas estas etapas en la vida de Milarepa, quien llegó a ser maestro de sus sueños.
5.- El libro de los muertos tibetanos (Bardo thödol)
Los lamas tibetanos han desarrollado una extraordinaria ciencia de la muerte: sus etapas, la disolución de los diferentes elementos y de nuestros diversos componentes, los períodos intermedios antes de un nuevo renacimiento, en el Bardo, el país de los cielos y de los infiernos creados por la propia persona.
Sus enseñanzas recibieron una extraordinaria confirmación en el libro del Dr. Moody La vida más allá de la vida. Este libro es el resultado de ocho años de investigación de 150 casos de coma en que las personas lograron salir con vida de este estado. Se trata de personas que tras haber perdido el conocimiento luego de un accidente, de una operación quirúrgica, de un parto, de una agonía, luego volvieron en sí. Con mucha reticencia, aceptaron describir esta experiencia cuya intensidad y nitidez dejó una huella imborrable en sus vidas. En resumen, cada una de estas experiencias describe un itinerario cuyo conjunto, al descomponerse, forma una sucesión de nueve experiencias, que solamente aquellas personas que permanecieron ausentes durante largo tiempo experimentaron.
1. Primero, la sorpresa al descubrir que después de la muerte uno no muere, sino que continúa pensando, sintiendo, flotando en el espacio.
2. La irrupción súbita de un sonido muy violento (silbato, detonación, vuelo de aviones a ras de tierra...).
3. La caída en el túnel oscuro o el pozo sin fondo.
4. La decorporación. La persona puede ver su cuerpo de carne y hueso desde afuera, ya que posee otro cuerpo espiritual, lo que la hace invisible e inaudible para los vivos. Y la persona no sabe hacia donde dirigirse.
5. Los parientes o amigos difuntos se acercan para dar la bienvenida a la persona.
6. Aparece una luz brillante pero no cegadora, de donde emana el amor.
7. Se despliega ante la persona el panorama de su vida entera y recapitula todo lo que hizo bien.
8. Aparece una frontera, una vasta extensión de agua con un barquero, la bruma que flota… si se cruza, el retorno será imposible.
9. El retorno.
Mientras más prolongada sea la experiencia, menos desea la persona volver a su cuerpo de carne y hueso y más se arrepiente una vez que ha regresado. Pero se pierde el temor a la muerte y se adquiere la convicción de que el amor y el conocimiento constituyen la única realidad importante.
Moody reconoce una sola excepción a este tipo de vivencia post-mortem: el suicidio.
En este caso, son las imágenes del terror las que invaden la conciencia. Encontramos una excelente descripción de esta experiencia en la pág. 74 de Los caminos de la liberación de Barte Nhi. Un militar de carrera, después de haber intentado suicidarse con cinco disparos de un revólver, es devuelto a la vida tras once intervenciones quirúrgicas. Relata su viaje a los infiernos, poblado de sapos, leprosos, enormes ratas, cangrejos gigantes que devoraban montañas de inmundicias.
“Después de esta experiencia sumamente enriquecedora, me convertí en un ser más humano más bondadoso hacia las demás personas. Me pesa este mundo. Pero ya no busco la muerte”.
El Bardo Thödol describe tres estados intermediarios (entre los renacimientos).

1. El chikhai bardo o estado transitorio del momento de la muerte. Los lamas tibetanos han desarrollado una ciencia muy sutil de las fases de la agonía, especialmente desde el punto de vista de los estados de conciencia superiores, que facilitan mediante diferentes manipulaciones y compresiones del cuerpo.
2. El chönid bardo, estado transitorio de la realidad intermediaria.
3. El sidpa bardo, estado transitorio del renacimiento que permite la toma de conciencia del instinto de renacimiento y la elección de la matriz más favorable.
El lama le habla al espíritu del difunto para guiarlo por este mundo de la realidad intermediaria durante siete semanas. “Cuando haya finalizado la expiración, el alba del estado intermediario se levantará por una media hora. Luego viene el período del chikhai que dura en promedio cuatro días. Entras ahora a la Clara Luz fundamental y te encontrarás cara a cara con ella. Si la reconoces serás libre. Si no logras reconocerla, la Clara Luz secundaria se levantará una media hora después. Entonces recobrarás la lucidez y sabrás que estás muerto. Podrás ver tu antiguo cuerpo y todo tu entorno pero no podrás ser visto por los humanos. Estás revestido del cuerpo brillante de la ilusión (maya-rupa) que es el cuerpo del espíritu. Si en ambas ocasiones no has podido reconocer la Clara Luz, caerás en el Chönid. Irrumpirán los “sonidos que engendran el miedo” y las luces de infinitos rayos, a la vez que se descomponen los cinco elementos constitutivos. Entonces surgirán las ilusiones kármicas, primero bajo la forma de siete apariciones de divinidades apacibles. Reconócelas y elige seguir la intensa luz azul (éter) en vez de la apagada luz blanca, luego la intensa luz blanca (agua) en vez de la humeante luz gris de tu cólera, luego la intensa luz amarilla (tierra) en vez del azul amarilloso del egoísmo, o la intensa luz roja (fuego) en vez de la luz rojiza de la avaricia y por último la intensa luz verde (aire), en vez de la luz de los celos de un verde oscuro. Si no has sabido o no has podido adherir a estas imágenes, las visiones serán cada vez menos divinas; aparecerán las naturalezas inferiores y verás a las 58 divinidades terribles, bebedoras de sangre. El miedo invadirá tu espíritu, el terror y la angustia que emanan de ellas y su reconocimiento se tornará cada vez más difícil. No se trata, sin embargo, más que de la otra faceta de las mismas realidades. No te quedará entonces sino errar por el mundo de los fantasmas y de los purgatorios en la eterna luz gris crepuscular, perseguido por las terribles ráfagas del viento del karma, helado de espanto ante las repugnantes visiones y los terribles sonidos, embargado por una congoja y un dolor infinitos. Para escapar a estos tormentos, nacerá en ti el deseo: “iOh cuánto daría por poseer un cuerpo de carne y hueso!” Entrarás en el Sidpa y te obsesionará el olor de los sexos en plena cópula. Apenas se coagulen ambas células, busca ser el primer espíritu que penetre en esta matriz. ¡Quiera que tu elección te asegure una nueva existencia favorable para tu liberación!”
¿Qué es entonces lo que hay que reconocer en cada etapa para obtener la liberación? Que el estado después de la muerte, el Bardo, es un estado de sueño, y que la realidad es tan ilusoria como el sueño. Que todos estos seres no representan más que proyecciones de mi inconsciente. “Reconoce tus propias formas-pensamientos. Pueda yo reconocer que toda visión es un reflejo de mi inconsciente. Pueda no temerle a las divinidades apacibles o furiosas que son mis propias formas-pensamientos. No te dejes subyugar, ni atemorizar, todo no es más que irradiación de tu propia y verdadera naturaleza, como en los sueños. Desde el momento que ya no posees un cuerpo material de carne y de hueso, nada podrá dañarte; ya no puedes morir. Ha de bastarte saber que estas apariciones y visiones son tus propias formas-pensamientos. Reconocer que el Bardo no es más que un estado de sueño, pondrá fin a estas ilusiones que te persiguen. Como en el sueño, reconocer que no se trata más que de un sueño me da seguridad y poder reconocer que soy yo quien produce estas fantasmagorías me revela mi propia naturaleza. Cuando has escuchado el trueno de la Realidad y la luz de la gloriosa Verdad, no habrás visto sino tu propia naturaleza, te habrás visto pues a ti mismo”.
Así, entonces, aprender lo que enseñamos aquí, a controlar los propios sueños nocturnos al comprender que soy yo quien engendra estos Seres atemorizantes de mis pesadillas (lo que me libera de todo miedo ya que no se trata más que de un sueño y me permite transformarlos en seres benéficos) es para los Tibetanos el mecanismo mismo de la Liberación mediante el cual después de la muerte se detienen las proyecciones de mi inconsciente, revelando mi propia naturaleza. Efectivamente, existen seis Bardo; hemos presentado los tres últimos, los otros tres son Kyenay, el de la concepción, Milam, el Bardo de los sueños, y Tingezim samtam, el Bardo del éxtasis y de la meditación. En cada uno de los seis casos, se trata de la misma ilusión que habrá que reconocer como ilusión para acceder a la verdad.
Vemos entonces la excepcional importancia del dominio de los sueños: nos impide caer y zozobrar en los Infiernos que engendramos cada noche, pero sobre todo nos libra de los infiernos después de la muerte.
6.- El control de los sueños en la literatura de la India
Existen numerosos textos de la literatura de la India profana o sagrada que tratan acerca del sueño sutil, de los sueños provocados, de los sueños paralelos, de los viajes fuera del cuerpo durante los sueños, de las visiones de iluminación, de la meditación en los sueños, etc., desde el Veda hasta los libros contemporáneos (por ejemplo, el libro de Rajneesh). Encontramos una buena presentación en el Esnul (1959), con una importante sección dedicada a las técnicas de los sueños en el tantrismo shivaíta de la Cachemira. Sus fuentes se encuentran, para nosotros, en las prácticas del yoga y en los textos ya citados.
BIBLIOGRAFÍA

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