sábado, 1 de octubre de 2011


ALÍ BABÁ Y LAS 40 RAZONES

En el mundo del símbolo, el término ladrón suele a representar a la razón, tanto en escritos sagrados como en los cuentos y leyendas que se concibieron como vehículo de transmisión y orientación hacia el camino interior.
¿Por qué la razón es un ladrón?
En el camino evolutivo, cada paso hacia adelante es obviamente un paso hacia lo desconocido y la razón solo puede procesar datos y experiencias conocidas; es por este motivo, por el que la razón nunca será una buena guía en el camino, sino que su función es la de reunir, procesar y analizar las experiencias ya vividas. En el camino de ascenso, el corazón es el guía y la razón ha de ponerse al servicio del corazón.
En el mundo en que vivimos, la razón “ha usurpado o robado” la primogenitura del corazón y así nos va. Pero del mismo modo que es la razón la que nos ha metido en el lío involutivo del desamor, es ella misma, una vez despertada la conciencia, la que comprende que su lugar está detrás del corazón y no delante.
Esto es precisamente lo que simboliza el relato evangélico de los dos “Ladrones”. El “mal ladrón” (al cual la tradición bautizó con el nombre de “Gestas” que significa  “Hechos”) dice: “Si eres el Cristo sálvate a ti mismo y a nosotros”. O sea, demanda hechos, pruebas, que es lo que hace la razón en su ignorancia. Sin embargo, una vez ha despertado la conciencia, la razón reconoce que es responsable de todo cuanto le acontece en la vida, se vuelve hacia el espíritu y busca la salida de la prisión en la que se halla. Así tenemos al “buen ladrón” a quien se bautizó como “Dimas” que significa “El que busca a Dios” y que dice: “Nosotros, en verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos”. Y continúa “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”.  (Reino del Corazón de Jesús). A lo que el Cristo le responde “Esta noche estarás conmigo en el paraíso”. Corazón y razón en equilibrio y en orden.
La misma idea es sintetizada en el conocido símbolo del Corazón de Jesús. Un corazón coronado de espinas y sangrando por las heridas que estas le inflingen. (Las espinas de la cabeza hieren al corazón).
Expuesto lo que antecede, pasemos al simbolismo del cuento de Alí Babá y los 40 ladrones.
Para empezar, el nombre Alí Babá podría traducirse como “El hijo de Dios Padre”. Alí tiene un hermano de nombre Kasím que significa “divididos”. De nuevo tenemos los dos estados de la razón, la razón apegada a la materia y la que busca arriba.
Alí descubre a 40 ladrones que utilizando unas palabras mágicas “Ábrete Sésamo”, consiguen que una gran roca se abra, dejando paso al interior de una cueva llena de tesoros robados, destacando el oro y el rubí.
El número 40, es el valor numérico de la letra hebrea número 13 MEM, cuyo simbolismo es la muerte renovadora, como fin de lo viejo y nacimiento de lo nuevo. De ahí los 40 días de ayuno en el desierto o los 40 años hacia la tierra prometida.
Aunque el cuento sea de origen Árabe y hoy su alfabeto conste de 28 letras, se dice que antiguamente, tenía 22 al igual que el hebreo. En cualquier caso, no se puede negar que el Islamismo, el Judaísmo y el Cristianismo, son tres ramas de un mismo tronco.
Las palabras mágicas Ábrete Sésamo. Es la fuerza del deseo expresado por la palabra, la que abre todas las puertas “Y el verbo se hace carne” Lo que la palabra expresa, acaba por convertirse en realidad. En el caso que nos ocupa, la orden dada, es que se abra la semilla de sésamo. El sésamo es una planta de la que se extrae aceite y el aceite es el combustible para encender las lámparas, por lo tanto nos habla de abrir la semilla del fuego del espíritu que está en nuestro interior (cueva), donde se esconden los más fabulosos tesoros que nos han sido “ocultados, robados”. El oro representa el logro espiritual o alquimia y el rubí el poder terrenal, o sea “Así en la tierra como en el cielo”.
Con engaño, Kasim el hermano de Alí descubre el secreto y quiere hacerse con el tesoro. Consigue entrar en la cueva pero ante el brillo del oro, olvida las palabras mágicas para salir. Es descubierto por los ladrones y le cortan la cabeza.
Aquí, la razón apegada a la materia, olvida el camino de retorno, olvida cual es la semilla que se ha de abrir y es por ello, por lo que simbólicamente hay que “cortar la cabeza” o sea, olvidar todos los patrones aprendidos y morir a lo viejo, para renacer a lo nuevo desde el corazón.
Alí, recoge parte del tesoro, encuentra a su hermano muerto dentro de la cueva y se lo lleva para darle sepultura.
Los ladrones descubren que alguien más conoce el secreto y disfrazado el jefe de mercaderes de aceite y escondidos los demás dentro de vasijas de barro, tratan de engañar a Alí Babá, pero son descubiertos y abrasados con aceite hirviendo.
Los ladrones disfrazados de vendedores de aceite, representan a las religiones establecidas que “venden” espiritualidad de forma engañosa, pues solo pretenden dominar al pueblo y le esconden o roban los verdaderos “tesoros”. Como dice el evangelio refiriéndose a los Fariseos “Ni vosotros entráis en el reino de los cielos, ni permitís que los demás entren” 
Una vez más amigo lector, si hemos conseguido entretenerte y hacerte pensar, nos damos por satisfechos.
Carlos Galindo
SAN JORGE Y EL DRAGÓN

En síntesis, la leyenda de San Jorge y el dragón dice así:
En el pueblo de Silca en la provincia de Libia, había un gran lago tan inmenso que parecía un mar. En él se ocultaba un dragón cuyo hedor era tan pestífero, que todo lo infestaba y solo con él mataba a cuantos se le acercaran.
Los habitantes de la villa, arrojaban al lago cada día dos ovejas para que el dragón comiese y los dejara tranquilos. Un día las ovejas comenzaron a escasear y los moradores de la villa decidieron arrojar al lago cada día, una sola oveja y un individuo elegido por riguroso sorteo. Llegó un momento en el que casi todos los habitantes habían sido devorados por el dragón y cuando ya quedaban muy pocos, el sorteo recayó sobre la única hija del Rey.
El Rey afligido, propuso entregar todo su oro y su plata e incluso la mitad de su reino, a cambio de la vida de su hija; a lo que el pueblo indignado se opuso.
El Rey se lamentó de que ya no podría ver a su hija casada como era su deseo y pidió al pueblo que se aplazara el sacrificio durante ocho días para poder llorar su desgracia.
Cuando la doncella, resignada ya a su suerte, iba caminando al encuentro del dragón, se encontró con san Jorge, al cual expuso su caso.
Hija no tengas miedo! En nombre de Cristo yo te ayudaré (respondió san Jorge).
Durante el diálogo, el dragón sacó la cabeza de debajo de las aguas y se acercó hacia ellos. San Jorge encomendándose a Dios, montó en su caballo e hirió con su lanza a la bestia. Después dijo a la doncella que sin temor, se quitara el cinturón y cogiera por el cuello a la bestia.
Obedeció la doncella y cogiendo el extremo del cinturón, caminó hacia la ciudad comprobando que el dragón la seguía como si fuera un perrillo faldero.
Los ciudadanos se asustaron terriblemente, al ver cómo se acercaba la princesa a las murallas de la ciudad, llevando cogido del cuello al dragón y huían despavoridos.
San Jorge les instó a no temer y les prometió que cuando todos se bautizaran, él mismo mataría al dragón con su espada.
Cuando todos los habitantes fueron bautizados, san Jorge dio muerte al dragón.
El Rey ofreció una fortuna en oro a san Jorge, pero este declinó el ofrecimiento y propuso que fuera repartida entre los pobres.
El pueblo levantó una iglesia dedicada a Santa María y a San Jorge, al pié de cuyo altar brotó una fuente de agua milagrosa que sanaba a cuantos bebían de ella.
Hasta aquí la leyenda. Vayamos con su interpretación. Para facilitar su comprensión, he subrayado las palabras clave del relato.
Ya hemos comentado en artículos anteriores, que somos una dualidad; un espíritu encarnado en la materia (en un cuerpo animal). Esta dualidad que tenemos en constante lucha ha de ser conciliada, puesto que el espíritu para evolucionar necesita del cuerpo. Esto es lo que supone tener paz interior, dejar de luchar y comprender la necesidad de ambas partes de la dualidad. Para que la lucha cese, es necesario tener la conciencia de que es la materia quien sirve al espíritu y no al revés. Esto es la síntesis de lo que nos muestra la leyenda que acabamos de relatar. Analicémosla paso a paso.
El dragón representa a nuestro cuerpo animal, (la bestia, la sombra) a todos los instintos y temores que de él provienen y a todo lo que por ignorancia rechazamos y reprimimos.
El lago donde habita, representa el agua estancada. Así como el mar simboliza las aguas superiores, o sea las probabilidades de vida aún sin manifestar, el río simboliza el camino de la vida manifestado que va fluyendo y el lago es el que no fluye, o sea se estanca.
Nuestra ignorancia de lo que realmente somos, hace que estemos aferrados a la materia y sumidos en un constante temor a la escasez y a la muerte. Para protegernos de esos temores, creamos todo tipo de instituciones, leyes y actitudes defensivas y con ello forjamos nuestra muralla que aparentemente nos protege, pero que en realidad nos mantiene presos. Pagamos cada vez un precio mayor para mantener nuestra seguridad (primero ovejas (bobas) y luego individualidad). Terminamos por ofrecer nuestra alma que es representada en el relato por la “Única hija del Rey”.
El Rey simboliza al espíritu encarnado en la materia, todavía inconsciente. La boda que el Rey esperaba, es el matrimonio entre cuerpo y alma.
San Jorge simboliza la consciencia que despierta tras haber luchado contra sus instintos, reconoce a su “Cristo” interior y  comprende que a los temores hay que mirarlos de frente y cogerlos por el cuello, puesto que son solo fantasías de nuestra cabeza. Es entonces cuando el alma se hace dueña de la situación y esos instintos y temores se convierten en “perrillos falderos”
El bautismo simboliza como sabemos, el hecho de limpiarse de los efectos de la lucha entre el bien y el mal o sea la lucha de opuestos a la que nos referimos (espíritu – materia), por lo tanto representa la conciliación entre ambos, con lo que “culpa y temores” mueren por la “espada” (la espada simboliza el poder personal).
Por fin, una vez en paz,  reconocemos al cuerpo como “templo” del espíritu, gobernado por el corazón (parte femenina – Santa María) y la conciencia (san Jorge) y decidimos fluir con la vida (fuente sanadora)
Una vez más, esperamos haberte inducido a la reflexión o cuando menos haberte entretenido.
Carlos Galindo

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