EL MISTERIO DEL BELÉN Publicado en Enero 2008 En el número anterior de esta sección dedicada a los símbolos, prometíamos adentrarnos en el simbolismo de las figuritas de los pórticos de Eunate y Olcoz y así lo haremos; pero debido a las fechas que se acercan, hemos decidido hacer un inciso y centrar nuestra atención en los símbolos más relevantes que manejamos en ellas y por cuyo significado profundo, rara vez nos preguntamos. En la proximidad de las navidades de mi niñez, en mi casa se colocaba sobre la mesa del comedor lo que mi madre llamaba el misterio y que estaba formado por las figuritas en escayola policromada de la Virgen, San José, el Niño, la mula y el buey. Con los años, el misterio pasó a colocarse en uno de los huecos de un mueble y se le fueron añadiendo nuevos elementos, como corcho para confeccionar un portal, musgo, pastores, ovejas y carneros, un Ángel, una estrella y las últimas figuras que adquirimos fueron las de los tres reyes magos en sus camellos. Por fin estaba el Belén completo. Fue así como en mi mente se grabaron dos conceptos; por un lado el misterio que era la pieza central y origen de algo mayor y por otro el Belén, que era ese algo más grande que podía seguir creciendo y creciendo. Muchas veces me pregunté el porqué se le llamaba misterio a aquél grupo de cinco figuritas, si era obvio que representaban el nacimiento del niño Jesús. ¿Dónde estaba lo misterioso del asunto? Hoy que ya no soy tan niño, el verdadero misterio para mí, está en cómo consiguieron llegar estos símbolos hasta nuestros días con la de vicisitudes por las que han pasado. La tradición cristiana oficial, dice basarse en los cuatro evangelios sinópticos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Solo en dos de ellos, Mateo y Juan, se hace referencia a los momentos del nacimiento de Jesús. En el de Mateo, se hace mención a unos magos venidos de oriente siguiendo una estrella, pero no dice ni si eran tres o cuantos, ni cuales eran sus nombres y en el de Lucas, se menciona el pesebre y los pastores, pero nada de magos ni de reyes y en ninguno de ellos aparecen referidos ninguna mula, ni ningún buey. Algunos, dicen que la mula y el buey, salen de los evangelios apócrifos desestimados por la Iglesia como falsos, incluso he llegado a leer a algún columnista, que dice que se toman del protoevangelio de Santiago. Desde luego, en la versión que obra en mi poder de dicho protoevangelio, no hay ni mula ni buey. El término “apócrifo”, significa oculto y esto ya empieza a tener sentido con el “misterio” Dada la falta de respuestas y la oscuridad en la rama oficialista, obraremos como lo hicimos con la leyenda de Eunate – Olcoz y analizaremos uno por uno, los distintos elementos que intervienen en el “misterio y en el Belén; todo ello, sin pretender herir ningún tipo de sensibilidad, respetando las creencias de cada cual y que cada lector, saque sus propias conclusiones. En toda tradición mistérica, existen dos tipos de lenguaje: El exotérico (exterior, el de las formas) que es el que se daba al pueblo y el esotérico (interior, del espíritu) que es el que se comunicaba a los iniciados. El propio evangelio, se hace eco de este hecho “¿Por qué les hablas por parábolas? El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado” (Mat. 13-10) Aquí llamaremos a las cosas por su nombre, en la convicción de que ha llegado el momento de que la información llegue a todos los rincones. Comenzaremos pues con la fecha del 25 de Diciembre. Infinidad de culturas, han celebrado este día, como el del solsticio de invierno, instante en que el día se alarga, representa por lo tanto, el momento en que la luz empieza a ganar la batalla ante la oscuridad. Cada cultura, veneraba en este día el nacimiento de su dios solar correspondiente, en muchos casos representado por un niño nacido de una Virgen. Son tantos, que nos conformaremos con señalar alguno de ellos. En la Roma de Constantino, ese dios era “El sol invictus” La tradición mistérica del sol invictus, surge de otra anterior procedente de Persia cuyo dios sol es Mitra, la cual a su vez deriva o es paralela de otra hindú, cuyo dios sol (fuego) es Agni. Teniendo en cuenta que el significado más profundo de la oscuridad o de las tinieblas, no es otro que el de la ignorancia del ser humano de ser quién es y que por lo tanto el de la luz o iluminación es el del despertar de su conciencia como hijo de la divinidad y la divinidad misma en el mundo de los límites, podemos resumir que todas estas tradiciones lo que celebraban era el despertar de la conciencia, conciencia que no despierta de golpe, sino paso a paso, digamos año a año y si hablamos del colectivo humano, era a era. La Virgen madre: El termino Virgen aplicado a la mujer, es interpretado hoy en día como la que aún no ha tenido relaciones sexuales y mantiene su himen intacto; pero no siempre ha sido así. La raíz “Vir” viene del latín Vis – Viris, cuyo significado es fuerza, de dicha raíz, surgen palabras como virilidad o virtud, alusivas ambas a la fuerza, solo que de distinta índole. La raíz “Gen” indica generación y de ella devienen palabras como género, genital, génesis etc. Por lo tanto el concepto Virgen, etimológicamente significa Fuerza Generadora, nada que ver con el himen. El término era generalmente aplicado a las diosas que representaban a la Madre naturaleza y era alusivo a su fecundidad, fertilidad etc. El Carpintero: El nombre del padre terrestre del dios Agni, es Twashtri y significa literalmente Carpintero. Simboliza al maestro constructor y hace referencia al trabajo de desbastar y pulir que ha de hacer el espíritu en su evolución, o sea, purificarse. La Mula: El mulo, es híbrido de caballo y asno. Tanto el caballo como el asno, representan el vehículo de transporte y haciendo analogía, el vehículo para la elevación del espíritu, es el cuerpo y por extensión el camino. La diferencia entre ambos, es que el caballo es el vehículo de Apolo (de nuevo el sol) o del guerrero y al asno se le denomina como la cabalgadura del rey David, representa al iniciado en los misterios debido a sus características: Tiene grandes ojos y grandes orejas “El que tenga ojos para ver que vea y el que tenga oídos que oiga”. Es terco con los extraños (no se deja influenciar) y es dócil con el amo (el padre). Ahora juntamos todas estas características y nos sale mulo, pero como lo que guía es el lado femenino, (intuición) como ya comentamos en el número anterior, el resultado final es Mula El Buey: Es un toro castrado, manso, como todavía le llamamos por estas tierras, por lo tanto ha perdido su fiereza y agresividad, su función es engordar para morir y mientras tanto servir de guía o pastor para otros toros. (Te invito a reflexionar sobre su analogía espiritual). Cinco elementos: El número 5, representa al hombre consciente que ha encontrado el 5º elemento, la piedra filosofal o síntesis de toda filosofía. Se representa geométricamente con la estrella de cinco puntas o Pentálfa El pesebre: Pesebre significa cercado o lugar cerrado. Por lo tanto, representa el mundo material o de los límites donde el espíritu ha de renacer. La Estrella y el Ángel: Son dos caras de la misma moneda, la estrella proporciona la luz en el mundo visible, mientras que el Ángel proporciona la luz desde el mundo invisible. Contemplando el movimiento de las estrellas, se establecen los ciclos y el hombre siempre quiso descubrir su destino en ellas (Astrología). Ya comentamos en el número anterior al hablar de las hadas, que eran las guardianas del destino de la humanidad y que esa misión es adjudicada a los Ángeles en la cultura judeo-cristiana. Los egipcios, conocían el cambio de era, por una determinada posición de la estrella Sirio; este hecho también forma parte de las tradiciones hindúes y mesopotámicas. El espíritu de cada era, era simbolizado por el nacimiento de un nuevo Avatar (la reencarnación de Dios en la tierra), de este modo podemos encontrar representaciones de Mitra dominando a un toro (era de Tauro), a Agni montando un carnero (era de Aries) y al Cristo se le representa con un pez (era piscis). Los Magos: Además de lo ya dicho con respecto a seguir el movimiento de las estrellas y reconocer el momento del nacimiento de una nueva era, la tradición ha dotado de características interesantes a cada uno de ellos. Baltasar: Su nombre significa “Protegido de Baal”, es negro y por ello representa la fase alquímica de la nigredo o fase de oscuridad, en la que el hombre ignora su propia divinidad; por ello su presente es de “mirra como hombre” Melchor: Significa “Señor de la luz”, por eso es blanco (barba blanca) y representa la fase alquímica de la albedo o iluminación. El hombre consciente de su divinidad, por ello su presente es “incienso como dios” Gaspar: Significa “Dueño del tesoro” y representa a la tercera fase “rubedo” o roja (barba roja) y es la fase de realización del espíritu en la tierra, por ello su presente es “oro como rey Hasta aquí los datos, la reflexión queda para el lector. Por algo la sabiduría popular dice “Año nuevo, vida nueva” Feliz nacimiento. Carlos Galindo |
EL Ajedrez Publicado en Abril 2008 Todos hemos visto en fachadas y cornisas de las iglesias románicas del camino de Santiago en nuestra tierra, un dibujo que se denomina como ajedrezado Jaqués. También podemos contemplar entre las marcas de cantero en la Ermita de Eunate, una figura varias veces repetida que representa la torre del juego del ajedrez. Hoy pretendemos exponer aquí algunas razones por las cuales el juego del ajedrez, es representado dentro de contextos de simbolismo espiritual. El ajedrez fue introducido en España por los Árabes, aunque su verdadero origen es incierto. El tablero del ajedrez es un cuadrado y dicha figura geométrica, representa en el mundo del símbolo al número 4. Los cuatro elementos, en definitiva la vida en la materia. Dicho tablero, está dividido en 64 cuadros (8x8). El 8 representa el octavo escalón de la escala ascendente y descendente del sueño de Jacob (evolución – involución). En dicha escala, el primer peldaño corresponde al reino material, el segundo al vegetal, el tercero al animal, el cuarto al humano, el quinto en nuestra cultura correspondería al Angélico, el sexto al Arcangélico, el séptimo al Cristico y el octavo al Dios Padre. Por otro lado, utilizando con el número 64 la suma teosófica 6+4 = 10. El número 10 representa la dualidad masculino – femenino. Tanto las figuras como los cuadros blancos y negros, simbolizan la dualidad. Luz – Tinieblas, Espíritu – Materia, dualidad en la que los seres humanos nos hallamos inmersos y que hemos de conciliar, por eso la partida representa la lucha interior entre Espíritu y materia y como el objetivo es la conciliación de ambos, la partida perfecta termina en tablas (empate). Las figuras del ajedrez, representan la escala social en la Edad Media: Monarquía, Clero (alfil), nobleza (caballo), Oficios (torre) y plebe (peones); pero el simbolismo que oculta es otro. La Dama y el Rey, representan la dualidad en el ser humano. El femenino (intuición, sabiduría, sentimientos etc.) o sea, lo que llamamos el corazón. Corresponde al lado izquierdo del cuerpo y al hemisferio derecho cerebral. El masculino, representado por el Rey, (acción, razón, intelecto, conocimiento). Corresponde al lado derecho del cuerpo y al hemisferio cerebral izquierdo. El cruce entre hemisferios cerebrales y los lados del cuerpo, también tienen su representación en el ajedrez puesto que jugando con blancas, la Dama queda a la izquierda del Rey, mientras que se sitúa a la derecha jugando con negras. La dueña del tablero es la Dama y es la que tiene mayor capacidad de movimiento, pues mueve tanto en horizontal, vertical o diagonal, tantas casillas como desee siempre que no existan obstáculos. De este modo queda patente también en el ajedrez, la prioridad del lado femenino sobre el masculino. El Rey mueve como la Dama, solo que de una en una casilla. (La razón es más lenta que la intuición; el conocimiento es más lento que la sabiduría etc.) Sin embargo, la partida termina dando jaque mate al Rey. (Si la acción o movimiento muere, muere la vida. Si la razón desaparece, muere el ego). Torre – Caballo –Alfil: Son la trinidad humana. La torre (defensa – casa), representa al cuerpo material. El Espíritu es representado por el Alfil. El caballo (caballero andante, el buscador, el iniciado), representa a la conciencia Es la conciencia quien concilia el Espíritu con la materia. Es la conciencia quien descubre ser un Espíritu encarnado en un cuerpo material Los movimientos de estas tres piezas se complementan. Mientras que la torre mueve en horizontal y vertical, (espacio – tiempo), el Alfil lo hace en diagonal y el caballo (conciencia) concilia ambos movimientos haciendo una “L” o lo que es lo mismo una casilla de frente y otra diagonal en el mismo movimiento, teniendo además la capacidad de saltar los obstáculos (piezas) En último lugar quedan los peones, los cuales representan las pasiones que mueven y hacen avanzar al ser humano en su búsqueda. Su movimiento es de frente, pero capturan pieza en diagonal. Como ya hemos dicho, el movimiento frontal corresponde a la torre, así que traduciendo al peón, hablaríamos del avance material, sin embargo, las conquistas de pieza se hacen con el movimiento de Alfil (espíritu), luego nos dice que las auténticas conquistas son las espirituales. Como dice el evangelio “No os preocupéis de acaparar tesoros terrenales, sino tesoros para el cielo” Cuando uno de los peones llega a la casilla nº 8 se dice que corona, lo que en términos espirituales sería “trasciende” y puede ser sustituido por cualquier otra pieza, generalmente una Dama Espero cuando menos haberte entretenido, amigo lector. Mi deseo es además que este pequeño artículo te sirva de reflexión y consiga generarte la suficiente curiosidad para animarte a buscar en tu interior. Carlos Galindo |
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